Hoy te escribo esta carta de amor; del cuervo para la golondrina, que aunque distintos somos, volando estaremos, mas no importa el sendero que tomes, todos los caminos llegan hacia ti, me tomara tiempo, pero imposible no será y aunque un día te alejes, más de lo que pudiese creer, sabré con seguridad, que esto que siento, me hará encontrarte una vez más, porque no hay tormenta tan grande, ni noche tan obscura que doblegue esto que sentí el día que te conocí.
Sigo siendo tan solo un pobre soñador, de lo que mis ojos vieron al perderme, en la inmensidad de aquel cielo tan intenso que sentí al volar, y tú que fuiste lo primero que me hizo sonrojar, no encuentro explicación de lo que sucedió, tan solo fue el hecho de que no me pude controlar, dejándome caer como una pequeña hoja en el inmenso mar, aunque en caída libre mi rumbo marcaba, lo último que vieron estos ojos, fueron esas escaleras que surcaban aquel viejo horizonte que tú me dibujabas, y que me hiciste soñar, no me rendiré, te lo digo hoy mi dulce golondrina, porque es un hecho que en otra cosa no puedo ya pensar, no es solo un simple anhelo, es lo que hoy me deja soñar, lo que los demás dirían una simple fantasía, es a lo que yo llamo poder amar
Atentamente. Cuervo.
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